El ansia desgarra los velos
del sueño sin sueños;
los ojos del alma se abren
a oscuros deseos.
De vida palpitante,
de agónicos temblores,
del ancestral e intenso aroma
del miedo.
Una noche más, todas las noches.
Incesante martirio que renace.
Descarnada, inmensa,
se alza ante él la eternidad.
Un cuerpo inerte en los brazos,
muerte que da vida
en antiguo ritual,
y el peso atroz, inconmensurable.
La tragedia de ser inmortal.
Desnuda la noche
sus mórbidas formas
veladas al ojo mortal.
Y él solo se hunde
en abismo insondable,
tormentos del alma infinita.
Profunda agonía,
y anhela el momento final.
La tragedia de ser inmortal.